lunes, 30 de abril de 2018

LOS SALVOCONDUCTOS MORALES Por Beatriz García Serrano


Uno de los objetivos de las diferentes industrias que se nutren directamente de la explotación animal es crear vías de escape para conseguir que la gente que pueda llegar a cuestionarse la legitimidad moral del uso de animales no lo haga. Se trata de crear anestésicos que permitan mantener a las personas en un estado de liberación de toda culpa y responsabilidad. Una sensación tan placentera que anule toda posibilidad de reflexión o de cuestionamiento moral.

En esta línea es absolutamente imprescindible hablar de bienestarismo, que considera que el único asunto moralmente importante en nuestra relación con otrxs animales es tener en cuenta el bienestar que experimentan. Desde esta perspectiva no importan conceptos morales tales como la libertad, la dignidad, la igualdad, los derechos, el valor inherente. Éste, el valor intrínseco está ligado exclusivamente a la sintiencia, y no a la racionalidad o inteligencia, puesto que no es necesario poder pensar sobre el dolor para poder sentir dolor.

Se defiende desde esta perspectiva, regular la injusticia, la miseria, la opresión y el abuso. No se plantean abolir estas prácticas, es decir, no se están planteando la liberación animal. De esa ideología se deriva una estrategia reformista que, a través de medidas legales, busca minimizar el sufrimiento del no-humano que vive sometido a nuestra esclavitud.

Entre los anestésicos que se utilizan podemos encontrar los productos eco, los huevos felices, iniciativas como los lunes sin carne, el ovolactovegetarianismo, el flexitarianismo, el aturdimiento de las reses antes de ser degolladas, las jaulas más grandes, las salchichas vegetarianas de Campofrío, el descenso de consumo de carne, la campaña denominada 'Crustacean Compassion' (aboga por aturdir a los crustáceos antes de cocerlos vivos), el comer algo de pescado de vez en cuando, la McVeggie, o el no menos dañino “siendo vegana salvo muchas vidas ya” dejando en un absoluto segundo plano el activismo por la liberación animal.

El problema de fondo reside en que consideramos que lxs demás animales son nuestra propiedad, y por tanto establecemos una diferencia arbitraria según valoramos si lxs animales fueron utilizadxs de forma productiva o no. Condenamos el sufrimiento y lo consideramos innecesario cuando dicho sufrimiento no es beneficioso para nosotrxs. Lo que se hace de este modo es dotar a lxs animales de valor instrumental. Se les respeta según el grado de importancia que tienen para lograr nuestros objetivos. Además hay otra cuestión fundamental y es que pensamos que la ética con lxs animales se limita sólo a la cuestión de la crueldad. Aquí el fin no se cuestiona y los medios solamente se modifican para aliviar las conciencias, es decir, se trata de una posición antropocentrista. El bienestar animal nos preocupa solamente en la medida en que nos vemos afectadxs por él, su objetivo real es tranquilizar la conciencia de la gente para que se sienta cómoda consumiendo animales.

Y entre tanto argumento, y entre tanta teoría, y entre tanta postura, y entre tanto animalista, y entre tanto proteccionista, reduccionista, bienestarista, y entre tanta ambigüedad, y entre tanto cinismo, y entre tanto rodeo y eufemismo, entre tantas medias verdades que son mentiras, y entre tanta orgullosa tranquilidad moral, y entre tanto creer que es suficiente, se hace imprescindible empezar a hablar claro: no ser veganx significa participar directamente en la explotación animal.


Beatriz García Serrano
Activista Vegana
Madrid



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