lunes, 12 de febrero de 2018

¿QUÉ LLEVAS PUESTO? por Beatriz García Serrano


La industria textil, dedicada en todo el mundo a la fabricación de fibras, hilados, telas…destinadas a la confección de ropa y calzado.
Algunos de estos materiales son de origen animal: pelo, piel o secreciones. Entre ellos están la lana, el cachemir, la seda, el cuero, las plumas, la piel de angora…

Al pensar en estos animales, son varias las imágenes que nos vienen a la cabeza. Es frecuente encontrar gente que ya ha visto como los zorros o los visones son gaseados, electrocutados o incluso cómo se les arranca la piel estando vivos. O los conejos de Angora, a los que le arrancan sus pelos blancos a mano, lo hacen hasta dejarles la mayor parte de su sensible piel en carne viva. Cuando el pelo les vuelve a crecer, tras tres meses, sus heridas se han curado, el conejo es atacado de nuevo. Carne viva, sangre, temblores, chillidos... Así durante el resto de sus días. Hasta que mueren entre los dos y los cinco años.

Hay, sin embargo, un producto sobre el que existe verdadera confusión es la lana: suaves jerseys, cálidas bufandas…cuyo material nos evoca la bucólica imagen de apacibles ovejas felices deambulando por praderas verdes a las que les quitamos la lana casi para hacerles un favor.
Resulta que ni la vaca nos da leche ni las ovejas nos dan lana. Y de la realidad de la industria de la lana es de lo que quiero hablar hoy.

La mayoría de las ovejas viven en condiciones de hacinamiento, lo que les provoca infecciones, infestaciones producidas por insectos, pudrición de la piel, etc. y son muchísimos los corderos que son pisoteados hasta la muerte debido a este hacinamiento extremo.
Las ovejas no necesitarían ser esquiladas si no fuera por la intervención humana. De forma natural, las ovejas producen la cantidad de lana que necesitan para protegerse de las temperaturas extremas, tanto del frío como del calor.

Durante miles de años, estos animales se han seleccionado genéticamente para que produzcan una cantidad completamente desproporcionada y antinatural de lana, llegando en muchas ocasiones a suponer hasta la mitad de su peso corporal.


A los esquiladores se les suele pagar por oveja, no por hora. Esto hace que el esquilado se lleve a cabo de forma extremadamente rápida y normalmente supone que las ovejas sufran heridas que van desde cortes en la piel hasta la amputación accidental de ubres, orejas, penes y otras partes del cuerpo.

Pero hay otro tipo de amputación que no es, en absoluto accidental, es la técnica conocida como mulesing.
Debido a la modificación genética, la piel de las ovejas se vuelve muy arrugada: cuantas más arrugas, más lana produce un solo animal. Pero también más sudor y mayor riesgo de infecciones. En Australia, el mayor productor de lana del mundo, es habitual una práctica que consiste en cortar literalmente trozos de piel y carne de la zona que rodea el ano de los corderos, sin ningún tipo de anestesia o analgésicos, para favorecer que las moscas que depositan sus larvas en la piel de las ovejas, lo hagan en esa zona desprotegida y no se dañe el resto de la lana. ¿Te imaginas vivir el resto de tu vida con una herida en carne viva en el ano?

Cuando las ovejas ya no son válidas para seguir produciendo lana, se las embarca para ser vendidas. Cada año, seis millones y medio de ovejas que sobreviven en estas granjas son luego enviadas a Medio Oriente en barcos abarrotados en un hacinamiento extremo. En estos barcos a las ovejas que enferman o están malheridas se las lanza por la borda.

Y es que, no podemos olvidar que, no existe ni un solo producto de origen animal que no oculte crueldad en su proceso.


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