viernes, 8 de diciembre de 2017

LAS TORMENTAS por Bea García Serrano


     Le dan miedo las tormentas, se pone a temblar cuando suenan los truenos y el viento. Al perro que abandonaste en la calle digo, le dan mucho miedo. Me busca por la casa y se pega todo lo que puede a mí para relajarse. Le temblequea todo el cuerpecito. Su naricita inquieta busca mi mano. Yo le acaricio e intento transmitirle calma.
     Cada vez que pasa esto no puedo evitar acordarme del día en el que apareció en la misma carretera por la que yo circulaba. Un frenazo de golpe evitó otro final, otros coches no pararon ni a mirar. Pero a lo que vamos, llevaba toda una semana lloviendo, sin descanso, varias tormentas seguidas habían protagonizado lo que hoy llamaríamos ciclogénesis explosiva, y que, entonces, era simplemente mal tiempo o en el mejor de los titulares, una ola de frío. El caso es que, a este pequeño le tocó soportar esa suma de tormentas, con sus truenos, su viento y su lluvia, en la calle. En soledad.
     Tanto miedo, tanto frío, tanta hambre…y tanta sed. No sabes cuánta sed tenía. Bebía agua como si le fuera la vida en ello. Quizá porque había estado cerca de que así fuera. Pero no, no fue así. Y ahora vive sano, feliz. Las tormentas seguirán dando miedo, pero estará a salvo de que pueda ser algo realmente malo.

     Para ti tengo una pregunta ¿le miraste por última vez? ¿fuiste capaz de girar la cabeza y mirar esos ojos antes de irte? Da igual. Da igual porque aquí ya no llueve…

     Hay tantas otras historias en las que sí llueve, en las que llueve a diario, son tantas que se convierten en cifras, las cuales no logramos abarcar si las pensamos por ser tan infinitas. Muchas de esas historias acaban en muerte, por frío, por hambre, por calor, por miedo. ¿Se puede morir de miedo? Sí. Y de soledad. Y de abandono. Y sobre todo matar de indiferencia, de olvido y de ignorancia.
     También están esas historias que acaban en una jaula, a veces, de por vida. ¿Te imaginas una vida enjaulada? ¿Te imaginas tus días, completos, con todas sus horas, sin entender el porqué de ese encierro agonizante?
     Hay tantas historias de jaulas. Hay tantas jaulas llenas de vidas. Vidas rotas. Vidas sin dueñx (no, no hablo de dueños humanos, hablo de sus auténticos dueñxs, ellxs, los cuerpecitos que habitan esas vidas) Sus existencias no les pertenecen. Alguien decidió apropiarse de ellas.

     ¿Cuánta crueldad somos capaces de infligir? ¿cuántas muertes somos capaces de tolerar? ¿cuánto dolor podemos ignorar? ¿puede haber más maldad que provocar un final así?
     Sí, puede haberla, condenar a sus protagonistas a la más aberrante de las existencias. Una vida que no lo es. Una vida que nace ya muerta. Sentenciada. Vidas decididas por un ser ajeno, lejano, que no quiere saber nada de tu dolor, a quien nada le importa tu ahogo, tu angustia, tu agonía. Para quien tu existencia no tiene valor por sí misma. Y tú ahí, en esa jaula, llenx de frío o de calor, plagadx de soledad, de tristeza y dolor, en el más absoluto de los abandonos, esperando… ¿A qué? ¿qué puedes esperar si sólo eres una historia más? ¿qué esperar cuando has nacido condenadx? Pero sigues vivx, a pesar de todo, sobrevives, luchas. A nadie le interesa. Pero es tu vida, te es precisa, la necesitas, y aún te aferras fuerte a ella, un poco más. Quizá, un día, salgas de esa jaula, quizá un día se acabe este tormento y ya no llueva más.

     ¿Sigue estremeciéndose tu cuerpo mientras lees? ¿Te das cuenta de que hace aproximadamente 10 líneas dejé de hablar sólo de perros y gatos para hablar de todos? ¿Te das cuenta de que, si te lo cuentan sin hablar de especies, no hay diferencia?


Beatriz García Serrano, Activista Vegana.
Madrid


No hay comentarios:

Publicar un comentario